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jueves, 4 de octubre de 2007

Entrevista a Malucha Pinto-Actriz y escritora

“Las mujeres tenemos necesidad de dejar de ser invisibles”

Soledad Ortega N, Página Web: Mujeres hoy

La actriz Malucha Pinto dirige la obra “Por el Correo de las Brujas”, de reciente participación en el Encuentro Magdalena Latina en Buenos Aires. Junto a su compañía teatral “Las Reinas del Mambo”, compuesta por seis actrices, recopilaron miles de cartas de mujeres chilenas, reconstruyendo junto a esos textos 40 años de historia y mundos femeninos.

(Mujereshoy) Hace ya más de una década Malucha Pinto tuvo a su hijo Tomás, “Tommy” como ella le dice. El niño, que nació con una severa parálisis cerebral, significó para la hasta ese entonces destacada comedianta chilena un fuerte cuestionamiento de la vida y, posteriormente, un gran reencuentro con una faceta que ella misma reconoce haber ignorado hasta ese momento.

“Esto fue fruto de un proceso personal, donde me fui ‘feminizando’, si se quiere llamar así. Pasé desde una admiración enorme por lo masculino, de entretenerme mucho con los hombres, admirar sus obras, sus maneras de entender la realidad, a ser una admiradora de lo femenino. Creando dentro mío vínculos entre inteligencia y emoción, dándole cabida a la intuición, acercándome a la espiritualidad femenina, valorando el aporte de las mujeres. Siento que el mundo está en manos patriarcales, ya no hay contrapartida al neoliberalismo y al capitalismo, que son sistemas tremendamente masculinos, donde exilian todo lo que es diferente, todo lo que no se adapta al modelo”, reflexiona.

La actriz, hija de la bailarina Malucha Solari, volcó su experiencia con la maternidad y su hijo en el libro “Cartas para Tomás”. Pero su reflexión no terminó ahí, en 1999, escribió la obra de teatro “Tomás”, basada en el mismo texto. El trabajo fue el comienzo de una búsqueda dramatúrgica y teatral que la llevó a indagar en nuevos lenguajes: “Hacer teatro desde lo femenino es un aporte revolucionario a todo lo que está pasado. También es una manera de resistencia, apostando por la diversidad, por una mirada matriarcal, que abrace a todos sus hijos e hijas incondicionalmente. Es un práctica de justicia, solidaria y libertaria, donde el cuerpo, el goce y el placer, la celebración, están presentes”, asegura la actriz.

Fruto de este proceso, en el año 2000, Malucha escribió –junto a la actriz Paulina Hunt-, dirigió y montó “El desembarco de las Reinas del Mambo”, espectáculo teatral basado en la estética revisteril que continuó por el mismo derrotero, esta vez indagando en lo sensual y lúdico de las vivencias femeninas. “Yo siento que ahí salimos para afuera, mostramos nuestras plumas”, dice sobre esta obra que llevó a más de 65 mil espectadores al teatro.

Continuando con esta exploración, la ahora dramaturga junto a su compañía ya bautizada como “Las Reinas del Mambo” se embarcaron en un ambicioso proyecto: reconstruir los últimos 40 años de las mujeres chilenas a través de sus cartas. Junto al Servicio Nacional de la Mujer (Sernam) realizaron este llamado en octubre del año pasado. Llegaron miles de misivas, entre diarios de vida de infancia y testimonios de mujeres todas las edades y grupos sociales.

“Lo más llamativo fue la diversidad de las cartas recibidas. La mayoría firmada con sus nombres completos. Un 40 por ciento de las mujeres mandaron sus propias cartas, las que tenían guardadas. Pero un 60 escribió como su carta actual, que era un recorrido de sus días completos, entonces ahí hay testimonios de vida súper interesantes, como mujeres campesinas o dirigentes sindicales. Hubo una señora de Antofagasta que mandó la primera carta que ella escribió por los años ‘50 al que hoy es su marido, hasta las cartas que ha enviado a sus nietos, en total como 20.”

El resultado de tan particular convocatoria se tradujo en el montaje “Por el Correo de las Brujas”, donde 60 personajes interactúan a través de la lectura dramatizada de estas misivas construyendo una intensa radiografía femenina de Chile. Que hace un par de semanas pudo ser apreciada en el Encuentro Magdalena Latina, realizado en Buenos Aires entre el 25 de septiembre y 5 de octubre pasado.

Esta es la primera vez que esta experiencia -que tiene su germen en The Magdalena Project que se hace en Europa- se organiza en América Latina, convocando a mujeres del mundo de las artes escénicas de todo el continente con el fin de crear redes de gestión cultural e intercambiar miradas artísticas. Las actrices quedaron comprometidas en un par de festivales de teatro latinoamericanos, mas ahora están concentradas en presentar la obra en comunas populares de Santiago y Malucha, en preparar el libro “Patrimonio Epistolar de la Mujer Chilena”, que contendrá las cartas recopiladas para la obra y las que las espectadoras escriben después de verla, y que sería editado en abril del próximo año.

-Llama la atención la sinceridad de las mujeres. La mayoría firma con su nombre completo, entregando gran parte de su intimidad con ese gesto.
-A mí también me sorprende. Tal vez yo, por ejemplo, me hubiera cambiado de nombre. Pero todas las mujeres mandaron sus nombres verdaderos y sus direcciones, incluso. Creo que eso se produce porque las mujeres tenemos una necesidad enorme de dejar de ser invisibles. Acá hay una invisibilidad tremenda respecto de nuestro ser femenino. Para salir al mundo nuestro ser debe quedar escondido. Adoptamos roles e idiosincrasias, pero hay algo que queda oculto siempre. Quizás esta era una buena oportunidad de salir de esa invisibilidad, así lo entendí yo.

-Y posteriormente, ¿cómo ha sido la respuesta de las mujeres que escriben cartas tras ver la obra?
-Escriben mucho, pero no ha sido una respuesta tan masiva. Quizás el llamado que estamos haciendo no está bien planteado, pero las cartas son menos personales, aunque muy largas. Algunas han mandado cartas que tenían guardadas, otras han vuelto al tema de los testimonios de vida. Pero llegan cosas hermosas y sorprendentes, como que si a través de esas cartas, por último en el deseo, hay una autoestima súper elevada, con una mirada muy positiva respecto a sí mismas.

-¿Cómo ha sido el perfil del público que se ha sentido atraído por ver la obra?
-En una de las dos salas en que nos hemos presentado llegó mucha gente mayor, muchas viejitas. Al principio creíamos que esta era una obra para gente de la tercera edad. Eran muy lindas esas funciones, porque las mujeres gozaban mucho, se reían demasiado.

-¿Y percibes alguna diferencia en la recepción entre las mujeres mayores y las más jóvenes?
-Sí, evidentemente para las mujeres mayores es más fuerte el reflejo con nuestra historia. Es la historia de mi generación, las jóvenes de los 60, eso es fuerte en la obra. Hay un viaje generacional, donde la experiencia de la Unidad Popular y la dictadura es gravitante. Y las mujeres mayores también vivieron todo ese pedazo de la historia. Las mujeres más jóvenes enganchan más por el lado de lo femenino propiamente tal, el relato, las estaciones arquetípicas que viven las mujeres y la estética sutil.

Aunque a las mujeres les ha encantado y se han emocionado mucho, a mí me llama mucho la atención la conmoción que ha causado en los hombres. Nos han mandado cartas, nos dejan misivas en el teatro o se consiguen el e-mail.

-¿Los hombres se mostraban muy sorprendidos por las experiencias retratadas?
-Primera vez que escuchó por parte de los hombres decir que sienten envidia de nosotras, del universo femenino. ‘Qué envidia que se puedan expresar de esa manera, que puedan hablar así de sus sentimientos’, me han dicho. Les ha llamado la atención la forma en que relacionamos nuestras emociones con la historia, que podamos ver los grandes acontecimientos desde nuestras vivencias.

Hubo quien llegó pidiéndonos perdón. Y eso que los hombres casi no aparecen, el tema de la pareja está algo ausente. Hay un registro muy íntimo, de mostrarnos desde nuestra intimidad y una reflexión por parte de los hombres ha sido ‘cómo les hemos hecho daño sin darnos cuenta’.

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Sol Domínguez

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