La adversidad ha venido a poner la prueba más dura a la historia de Schwenke & Nilo, pero la voz de Nelson Schwenke permanece, en las canciones y fuera de ellas.
David Ponce
Los dos cantaban y tocaban guitarras en el dúo, pero con el tiempo Nelson Schwenke se fue dedicando en exclusiva al canto, mientras su compañero Marcelo Nilo quedaba a cargo además de las cuerdas. Más de una vez el primero dijo que ésa había sido una opción natural por concentrarse en la palabra y en la voz de la canción, y es una decisión llena de sentido tratándose de Schwenke & Nilo, un grupo con tantas cosas dichas y tantas por seguir diciendo.
Esa definición por el canto es además un autorretrato. La imagen de sí más duradera que deja su autor. "Señores, denme permiso pa' decirles que no creo / lo que dicen las noticias, lo que cuentan en los diarios", dicen los primeros versos de "El viaje", uno de los muchos himnos que este dúo aportó a la resistencia cultural chilena en años de dictadura, de censura y de otras palabras duras. Pero ahora resulta igualmente difícil creer lo que dicen las noticias, que traen consigo la certeza absurda de la partida de Nelson Schwenke.
En plena actividad en vivo y con tres décadas cumplidas y conmemoradas hace ya tres años, el grupo era una prueba de vigencia hasta, literalmente, el día de hoy, cuando quedó anunciado para este mismo viernes 22 de junio de 2012, en el Teatro Diego Rivera en Puerto Montt, un concierto suyo que nunca se realizará. Las carteleras on line aún registran otra actuación este mes en el Teatro Municipal de San Joaquín de la capital, y en escenarios como ésos, en todo el país, Nelson Schwenke, Marcelo Nilo y su banda, daban vida a un repertorio fraguado en la adversidad militar de los años de Pinochet, pero también crítico de las falencias de la transición.
"Son canciones hechas entre el '86 y el '90. Lo que nos llama la atención es que mucha gente piensa que están hechas recientemente. Cuando les aclaramos que tienen veinticinco o treinta años no dejan de sorprenderse", decía el mismo Schwenke hace un año en este espacio, a propósito de la reedición en 2011 de dos de los discos del grupo, Vol. 4 (1990) y Volumen 5 (1993), con canciones como "Y yo" entre esos repertorios. "La letra es una conversación que teníamos en la época con la autoridad de turno", explicaba, "y es sorprendente poder preguntar las mismas cosas que están tan frescas hoy día".
"Tú, que me ofreces circo, radios, televisores / a cambio que mantenga mi lengua en reposo / que duerma como un oso la siesta de un invierno", dice parte de esa canción. "Y yo, yo digo que no encuentro maneras más distintas / de cantar lo que he visto y oído por las calles / dejando que mis días no pierdan sus detalles", es la respuesta que trae incluida. Letras coherentes con todas las que el dúo dio a conocer desde sus inicios en 1979, entre versos como los del paisaje valdiviano de "Lluvias del sur", el manifiesto de "El viaje", la crudeza de "Entre el nicho y la cesárea", la crónica de "Con datos de la Unicef", los giros coloquiales en "Pate' vaca", la declaración de principios de "Mi canto" y muchas otras.
Uno puede haber sido un asistente a las peñas prohibidas de la época, un colegial ochentero que leyera esas letras con posturas para guitarra en los cancioneros de la revista "La Bicicleta", o alguien de las generaciones posteriores que conociera esta historia en retrospectiva: La coherencia es la misma, entre las canciones tempranas y los trabajos del grupo ya entrado el nuevo siglo, como las composiciones de su disco Volumen 8 (2004). O como las reflexiones volcadas en el libro biográfico y testimonial "Schwenke & Nilo: una leyenda del sur" (2010), del periodista y profesor Rodrigo Pincheira Albrecht, incluidos el humor y hasta la ironía con que el grupo se tomaba en vivo la supuesta fama metafórica y melancólica de sus versos.
Justamente no es cuestión de metáfora, sino todo lo contrario, afirmar lo siguiente: La voz de Schwenke se hizo oír también más allá de las canciones, a propósito, por ejemplo, del rol que corresponde en la actualidad chilena a un grupo iniciado hace treinta años en dictadura. "Tenemos la obligación, como cultores populares de la música, el canto, poesía, lo que sea, de permitir a la gente respirar, abrirle una ventana. Ésa es la idea: Juntémonos. Volvamos a juntarnos", era su convocatoria, en otra conversación con motivo precisamente de los treinta años del dúo, en 2009.
La de Nelson Schwenke no es una voz solitaria, ni solista, ni nunca pretendió serlo. "Lo que somos como forma artística es difícil que se dé como unidades separadas. Nelson es incapaz de cantar solo sin Marcelo, aún cuando en gran parte de sus conciertos lo haga interpretando canciones como solista", dijo también a propósito de su vínculo profundo con Marcelo Nilo, compañero de viajes en todo este tiempo. La adversidad viene a poner ahora otra prueba en la historia, pero esa voz de cantor se sigue escuchando. "Ésa es la idea: juntémonos. Volvamos a juntarnos. En la medida en que seamos tribu otra vez podemos volver a organizarnos", es la convocatoria completa con motivo de esos treinta años, hablando en la música y más allá, en las canciones y fuera de ellas, en las calles, en la invitación esperanzadora que Nelson Schwenke dejó extendida.
David Ponce
Los dos cantaban y tocaban guitarras en el dúo, pero con el tiempo Nelson Schwenke se fue dedicando en exclusiva al canto, mientras su compañero Marcelo Nilo quedaba a cargo además de las cuerdas. Más de una vez el primero dijo que ésa había sido una opción natural por concentrarse en la palabra y en la voz de la canción, y es una decisión llena de sentido tratándose de Schwenke & Nilo, un grupo con tantas cosas dichas y tantas por seguir diciendo.
Esa definición por el canto es además un autorretrato. La imagen de sí más duradera que deja su autor. "Señores, denme permiso pa' decirles que no creo / lo que dicen las noticias, lo que cuentan en los diarios", dicen los primeros versos de "El viaje", uno de los muchos himnos que este dúo aportó a la resistencia cultural chilena en años de dictadura, de censura y de otras palabras duras. Pero ahora resulta igualmente difícil creer lo que dicen las noticias, que traen consigo la certeza absurda de la partida de Nelson Schwenke.
En plena actividad en vivo y con tres décadas cumplidas y conmemoradas hace ya tres años, el grupo era una prueba de vigencia hasta, literalmente, el día de hoy, cuando quedó anunciado para este mismo viernes 22 de junio de 2012, en el Teatro Diego Rivera en Puerto Montt, un concierto suyo que nunca se realizará. Las carteleras on line aún registran otra actuación este mes en el Teatro Municipal de San Joaquín de la capital, y en escenarios como ésos, en todo el país, Nelson Schwenke, Marcelo Nilo y su banda, daban vida a un repertorio fraguado en la adversidad militar de los años de Pinochet, pero también crítico de las falencias de la transición.
"Son canciones hechas entre el '86 y el '90. Lo que nos llama la atención es que mucha gente piensa que están hechas recientemente. Cuando les aclaramos que tienen veinticinco o treinta años no dejan de sorprenderse", decía el mismo Schwenke hace un año en este espacio, a propósito de la reedición en 2011 de dos de los discos del grupo, Vol. 4 (1990) y Volumen 5 (1993), con canciones como "Y yo" entre esos repertorios. "La letra es una conversación que teníamos en la época con la autoridad de turno", explicaba, "y es sorprendente poder preguntar las mismas cosas que están tan frescas hoy día".
"Tú, que me ofreces circo, radios, televisores / a cambio que mantenga mi lengua en reposo / que duerma como un oso la siesta de un invierno", dice parte de esa canción. "Y yo, yo digo que no encuentro maneras más distintas / de cantar lo que he visto y oído por las calles / dejando que mis días no pierdan sus detalles", es la respuesta que trae incluida. Letras coherentes con todas las que el dúo dio a conocer desde sus inicios en 1979, entre versos como los del paisaje valdiviano de "Lluvias del sur", el manifiesto de "El viaje", la crudeza de "Entre el nicho y la cesárea", la crónica de "Con datos de la Unicef", los giros coloquiales en "Pate' vaca", la declaración de principios de "Mi canto" y muchas otras.
Uno puede haber sido un asistente a las peñas prohibidas de la época, un colegial ochentero que leyera esas letras con posturas para guitarra en los cancioneros de la revista "La Bicicleta", o alguien de las generaciones posteriores que conociera esta historia en retrospectiva: La coherencia es la misma, entre las canciones tempranas y los trabajos del grupo ya entrado el nuevo siglo, como las composiciones de su disco Volumen 8 (2004). O como las reflexiones volcadas en el libro biográfico y testimonial "Schwenke & Nilo: una leyenda del sur" (2010), del periodista y profesor Rodrigo Pincheira Albrecht, incluidos el humor y hasta la ironía con que el grupo se tomaba en vivo la supuesta fama metafórica y melancólica de sus versos.
Justamente no es cuestión de metáfora, sino todo lo contrario, afirmar lo siguiente: La voz de Schwenke se hizo oír también más allá de las canciones, a propósito, por ejemplo, del rol que corresponde en la actualidad chilena a un grupo iniciado hace treinta años en dictadura. "Tenemos la obligación, como cultores populares de la música, el canto, poesía, lo que sea, de permitir a la gente respirar, abrirle una ventana. Ésa es la idea: Juntémonos. Volvamos a juntarnos", era su convocatoria, en otra conversación con motivo precisamente de los treinta años del dúo, en 2009.
La de Nelson Schwenke no es una voz solitaria, ni solista, ni nunca pretendió serlo. "Lo que somos como forma artística es difícil que se dé como unidades separadas. Nelson es incapaz de cantar solo sin Marcelo, aún cuando en gran parte de sus conciertos lo haga interpretando canciones como solista", dijo también a propósito de su vínculo profundo con Marcelo Nilo, compañero de viajes en todo este tiempo. La adversidad viene a poner ahora otra prueba en la historia, pero esa voz de cantor se sigue escuchando. "Ésa es la idea: juntémonos. Volvamos a juntarnos. En la medida en que seamos tribu otra vez podemos volver a organizarnos", es la convocatoria completa con motivo de esos treinta años, hablando en la música y más allá, en las canciones y fuera de ellas, en las calles, en la invitación esperanzadora que Nelson Schwenke dejó extendida.
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